No sé si te ha pasado, pero a veces una autodestrucción de nuestra forma de vivir en ciertos momentos se hace necesaria. Ya sea porque elegimos hacer un reset de todo o bien, la vida nos empuja a replantearnos toda la estructura actual.
Esto que quizás suena un poco catastrófico no es más que un intento de rearmar las cosas de otra manera. Es como cuando venimos jugando de la misma forma durante mucho tiempo y de repente, tenemos la necesidad de barajar de otra manera las cartas.
La vida te reparte las primeras cartas
A lo primero, cuando nacemos la vida nos reparte las cartas de tal manera que nosotros nos desarrollamos en base lo que nos ha tocado: una casa, familia, situación económica, valores, etc. No siempre estas «manos» son favorables para todos, de hecho si fuera así el mundo sería más justo y equitativo. Pero la realidad es que nos toca lo que nos toca y con eso debemos construir nuestra realidad.
Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros
Filósofo Jean-Paul Sartre
En esta frase se menciona esto mismo, donde se describe que somos aquello que decidimos hacer con lo que hicieron de nosotros. Es decir, con lo que nos tocó, con lo que nos moldeó, con lo que nos afectó de alguna manera, sea de forma negativa o positiva.
En otras palabras, la vida nos barajó una mano y eso nos condiciona, si es cierto, pero también es cierto, que no estamos condenados a vivir por toda la eternidad con esas cartas.
Pausa para reconstruir
El mundo del inconsciente es bastante raro y nos juega una mala pasada cuando no le prestamos atención. Obviemos la parte de que el inconsciente es intangible y muy difícil de alcanzar, pero al menos podemos intentar comprender ciertos patrones que repetimos y que muchas veces no son del todo buenos.
¿Qué quiero decir con esto? Que para poder reconstruir es necesario observar. No desde la crítica ni desde el castigo o la mirada que juzga, sino mirar desde la perspectiva de la curiosidad.
No sé si te ha pasado repetir un error varias veces y no saber por qué sucede. O por ejemplo tener el mismo problema, pero con diferentes personas y pareciera que se repite. Algo pasa en las parejas cuando uno dice «Siempre me involucro con hombres así o con mujeres así».
Este patrón repetitivo nos habla de algo más que un simple problema de distracción. Posiblemente, dentro de esa conducta se encuentre algún conflicto no resuelto del pasado que nos hace caer una y otra vez en el mismo problema.
De hecho, para mí esto sucede (y lo digo sin fundamentos psicológicos) para que justamente lo podamos enfrentar. Aquello que no se analiza o no se presta atención, tiende a aparecer para alertarnos o para mostrarnos algo.
Ignorar estas señales hace que sigamos tropezando con la misma piedra y hasta es posible que nunca nos demos cuenta, si jamás no detenemos a observar.
¡Uf! ¡Pero qué psicológico que es todo esto! ¿Podrías ser más sencillo?
Imagino tu pregunta y sí, suena un poco rebuscado y psicológico todo esto, pero la conducta humana tiene todas estas cosas.
Parar para ver qué hacemos, cómo lo hacemos y vernos a nosotros mismos como conejillos de indias, puede ser un buen comienzo para empezar a deconstruir lo que ya somos y lo que fuimos. Pero no queremos romper lo que sirve, queremos cambiar lo que no nos hace bien o lo que nos envuelve en problemas repetitivos o no nos deja avanzar.
Identificar patrones
¡OK! Ya entendí. Entonces debo frenar un poco y hacer un ejercicio de reflexión de lo que vengo haciendo para identificar patrones o problemas.
Este es como cuando venimos mal con las finanzas y nos sabemos en qué cosas estamos gastando y por qué no tenemos dinero. Nos ponemos a ver los números, dejamos de gastar compulsivamente y empezamos a tomar notas de todo lo que gastamos de manera consiente.
Es muy probable que en ese proceso identifiquemos muchos gastos innecesarios o que sencillamente eran malos hábitos que teníamos incorporado, que nunca nos pusimos a pensar. Ahora que estamos poniendo la lupa podemos verlos y podemos darnos cuenta si realmente eran gastos inofensivos o todo lo contrario.
Lo mismo sucede con nosotros, nada más que en vez de analizar números lo que analizamos son conductas. ¿Qué cosas hacemos cuando tenemos un problema? ¿Cómo reaccionamos ante un desafío o imprevisto? ¿Tendemos a culpar o nos hacemos cargo? ¿Somos responsables?
Y así muchas otras preguntas que nos van dando pautas de cómo nos manejamos hasta el día de hoy.
Pero cómo te dije anteriormente, no se trata de juzgarnos y castigarnos a nosotros mismos, sino más bien de entender de donde viene el problema. Porque un problema que no vemos es imposible de solucionar.
Reconocer el problema es parte de la solución
Es imposible resolver un problema si no lo reconocemos primero. A veces porque no tenemos las herramientas para verlo y otras porque reconocerlo genera dolor.
A nadie le gusta admitir errores, verse vulnerable o aceptar que se fracasó. Porque tenemos la presión de que todo debe ser perfecto y no puede fallar y si falla, todo es una porquería inclusive nosotros. Nada más lejos de la realidad.
Si no frenamos, no podemos observar. Si no observamos no podemos identificar. Si no identificamos no podemos resolver. Si no resolvemos seguiremos repitiendo lo mismo una y otra vez.
¿Y por qué el ave Fénix? Porque es la metáfora perfecta de cómo desde las cenizas podemos renacer. Algo así como cuando se caen todas nuestras creencias y estructuras que sosteníamos quién sabe por qué razón, pero que no nos conducían a ningún lado.
Una vez escuché el término “bucle” o “loop”, para definir aquellas repeticiones de las cuales no podemos salir, sin antes hacer un ejercicio de conciencia del mismo.
El término “loop” viene de la música, cuando cortamos una parte de una canción y esa parte se repite formando un ritmo. Pero en la vida real, un loop puede ser aquello que se repite cientos de veces y que no nos damos cuenta.
Bueno, en fin, para no redundar en lo mismo, lo que quiero decirte es que destruir no siempre es malo. Y no lo digo en el sentido de auto-dañarnos, lo digo en el sentido de desarmar lo conocido.
¿Es un desafío? Sí, porque nos obliga a buscar formas nuevas de entender el mundo. Cuando viajamos lo podemos hacer más fácil porque lo tenemos a la vista. Ver cómo en otras culturas resuelven los mismos problemas de maneras distintas y aun así, funcionar bien igual.
Creencias diferentes, formas de vivir diferentes y estilos de vida diferentes.
No estoy diciendo que lo de otros sea lo mejor. Digo que si prestamos atención hay muchas maneras de hacer las cosas y la que nosotros aprendimos, puede que nos haya servido en un momento o que nos haya ayudado, pero llega un tiempo en el que estas cosas pueden quedar obsoletas.
La resiliencia y comenzar de nuevo
Es entendible la tragedia que implica ver cómo todo lo que alguna vez fue nuestra propia verdad, hoy ya no lo es tanto. Porque el mundo cambia, porque las personas cambian y porque vos también cambiás.
No todos tienen esa capacidad para enfrentar esto y salir renovado. Algunos se aferran a lo viejo y conocido con tal de no afrontar la crisis. No los culpo, los entiendo. Pero si queremos ser mejores cada vez y adaptarnos a cosas nuevas, tenemos que cambiar.
El cambio duele un poco, rompe todo como un terremoto a veces, pero viene para reordenarnos. Bienvenida la crisis y el problema porque de ahí nosotros podemos cambiar.
Albert Einstein dijo alguna vez:
La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis donde nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias.»
«Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.»
Así que para no aburrirte más, el mensaje de este artículo es: no le tengamos miedo a cambiar a pesar de que esto genere miedo, rupturas y cambios. Después de todo el precio lo pagamos igual, el de seguir igual o el de hacer algo diferente… ¿Cuál estás dispuesto a pagar?
0 comentarios